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Tras unos primeros lienzos de concepción romántica, el tratro con Pisarro condicionó su pintura. Le ayudó a aclarar su paleta, a interesarse por el bodegón y el paisaje. Le enseñó a pintar como un impresionista.
Su presencia en la primera exposición de los impresionistas (1874) con su Olimpia moderna y La casa del ahorcado, provocó rechazos, ya que ni los miembros del grupo acababan de entender su obra.
En 1878 supera definitivamente la pintura impresionista. Para él el Impresionismo se fundaba demasiado en la sensación y en la superficialidad. Retirado en Aix-en-Provence empieza a plantearse un modo de pintar que responda a la esencia de la realidad, a la esencia propia de los objetos, pero a través de su propia experiencia. Prescinde de la emotividad y del sentimiento para reflexionar sobre el lenguaje pictórico, meditando sobre las relaciones entre la forma y el color.
Cézanne busca en la naturaleza las formas esenciales, que para él son las figuras geométricas, el prisma, la esfera, la pirámide y en consecuencia, plasma lo que contempla. Así, al representar un objeto, no lo hace de un lado solamente, sino que lo muestra desde posiciones diferentes. Realizó algunos paisajes y antes de trasladar al lienzo el motivo, se sentaba ante él y lo estudiaba cuidadosamente.
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Olimpia moderna (1874), por Paul Cézanne. |
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La casa del ahorcado (1874), por Paul Cézanne. |
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Naturaleza muerta con manzanas y naranjas (1895-1900), por Paul Cézanne. |
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